Era muy frecuente la prohibición de los espectáculos o la limitación de las representaciones por la más pequeña alusión política. Los músicos debían someterse cada año a lo que se denominaba ”recalificación”, debían presentar su repertorio ante una comisión que decidía si se les concedía el permiso de actuación pública o no. En la práctica las autoridades empleaban esta ”recalificación” para descalificar de antemano a los artistas que les resultaban inconvenientes.

El poder soviético nacionalizó todos los bienes de las iglesias e impuso restricciones a la actividad y posibilidades económicas de las parroquias (prohibición de atención a los necesitados, de trabajo a los niños y mujeres, las reuniones previstas por sus estatutos necesitaban un permiso especial por parte del comité ejecutivo para celebrarse, debían pagar grandes cantidades de dinero por el uso de los templos se les cobraba hasta seis veces más de lo normal el precio de la electricidad y se les obligaba a realizar donativos para hacer propaganda de la URSS en el extranjero mediante el llamado Fondo para la paz. Tras la muerte de Stalin, cuando muchos pudieron regresar de Siberia y las circunstancias se hicieron menos restrictivas, empezó a aumentar el número de servicios religiosos. Tras esto se comenzó una campaña contra la fe. Con dinero del Estado se cubrió una camapaña de difusión del ateísmo, la impresión de libros de espiritualidad o de religión era impracticable. Se permitía tan sólo la impresión de un limitado número de calendarios con las fiestas y hojas de cantos. La circulación de libros de espiritualidad extranjeros se tenía que hacer clandestinamente.

Era habitual la extorsión a las emisoras de radio contarias al régimen. Tras la Segunda Guerra Mundial una de las características de la guerra fría que existió entre la URSS y el mundo occidental fueron los ataques a través de los medios de comunicación. A la propaganda se respondía con contrapropaganda. Provocaban especialmente irritación a la URSS las emisoras de radio enemigas: Europa Libre, La Voz de América, y Radio Libertad. Para impedir que fueran escuchadas en su territorio se pusieron en funcionamiento centrales para interferir y silenciar las ondas.

La televisión finlandesa se podía coger aunque con dificultades en todo el norte de Estonia desde los años 1960. El 6 de abril de 1982 la Oficina Central del partido Comnista de Estonia exigió elevar la «lucha contra la televisión burguesa» como tarea principal de los trabajadores ideológicos.

El lavado de cerebro significaba una presión para inculcar firmemente convicciones y actitudes de la ideología comunista soviética de manera coercitiva forzada y violenta. Provocar este cambio de mentalidad y de la voluntad tenía que convertir a las personas en ”homo sovieticus”, una nueva especie humana en la que no cabían ningún tipo de ideales religiosos ni patrióticos. La acusación de patriotismo o de ser creyente podía traer consigo represalias. El lavado de cerebro se hacía desde el jardín de infancia hasta la universidad. En los primeros años se propagaba el modo de vida soviético con modos sencillos, en la universidad era obligatorio estudiar la historia de la URSS, materialismo dialéctico e histórico, economía política socialista y comunismo científico.